Rezando el Santo Rosario con San Agustín de Hipona
Por la señal...
Monición inicial: San Agustín, obispo y doctor eximio de la Iglesia, el cual, después de una adolescencia inquieta por cuestiones doctrinales y libres costumbres, se convirtió a la fe católica y fue bautizado por san Ambrosio de Milán. Vuelto a su patria, llevó con algunos amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras. Elegido después obispo de Hipona, en África, siendo modelo de su grey, la instruyó con abundantes sermones y escritos, con los que también combatió valientemente contra los errores de su tiempo e iluminó con sabiduría la recta fe (430).
En una de sus exhortaciones decía: «Aquella, pues, cuyos pasos seguís, ni para concebir tuvo concurso de varón ni para dar a luz dejó de permanecer virgen. Imitadla en cuanto os es posible... Lo que os admira en la carne de María, obradlo en lo íntimo de vuestras almas. Pues el que profesa una fe que justifica, concibe a Cristo; y el que confiesa con su boca para salvarse (Rom 10,10), da a luz a Cristo»
Señor mío Jesucristo...
MISTERIOS GOZOSOS
Primer Misterio: LA ANUNCIACIÓN
“Se forma en ti quien te hizo a ti; se hace en ti aquel por quien fuiste hecha tú; más aún, aquel por quien fue hecho el cielo y la tierra, por quien fueron hechas todas las cosas; en ti la Palabra se hace carne recibiendo la carne, sin perder la divinidad. Hasta la Palabra se junta y une con la carne, y tu seno es el tálamo de tan gran matrimonio; vuelvo a repetirlo: tu seno es el tálamo de tan gran matrimonio, es decir, de la unión de la Palabra y de la carne; de él sale e! mismo esposo como de su lecho nupcial (SaI 18,6). Al ser concebido te encontró virgen, y, una vez nacido, te deja virgen”. Sermón 291, 5
Segundo Misterio: La Visita de María a su prima Santa Isabel.
“Hoy recibimos al santo Juan, precursor del Señor, el hijo de una estéril que anunciaba al hijo de una virgen, pero siempre siervo que anuncia al Señor. Puesto que Dios hecho hombre había de venir mediante una virgen, le precedió un hombre nacido de una mujer estéril para que aquél refiriéndose al cual dice Juan que es indigno de desatar la correa de su calzado fuera reconocido como Dios hombre. Admira a Juan cuanto te sea posible, pues lo que admiras aprovecha a Cristo. Aprovecha, repito, a Cristo, no porque tú le ofrezcas algo a él, sino para progresar tú en él”. Sermón 291, 1
Tercer Misterio: La Natividad de JESÚS
“Cuando se nos leyó el evangelio, escuchamos las pal abras mediante las cuales los ángeles anunciaron a los pastores el nacimiento, de una virgen, de Jesucristo el Señor: Gloria a Dios en los cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad (Lc 2,14). Palabras de fiesta y de congratulación, no sólo para la mujer cuyo seno había dado a luz a! niño, sino también para el género humano, en cuyo beneficio la virgen había alumbrado al Salvador. En verdad era digno y de todo punto conveniente que la que había procreado al Señor de cielo y tierra y había per manecido virgen después de dar a luz, viera celebrado su alumbramiento no con festejos humanos de algunas mujercillas, sino con los divinos cánticos de alabanza de un ángel”. Sermón 163,4
Cuarto Misterio: La presentación del niño en el templo
“Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto tu salvación (Lc 2,26-30). He aquí por qué decía: Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación (Sal 84,8). Se cumplió el deseo del anciano cuando el mundo declina hacia la vejez. Quien encontró al mundo envejecido vino en persona al hombre anciano. Por lo tanto, si encontró al mundo envejecido, escuche éste: Cantad al Señor el cántico nuevo; cantad al Señor toda la tierra. Desaparezca la vetustez, resurja la novedad”. Sermón 163,4
Quinto Misterio: El niño perdido y hallado en el templo
“Al no encontrarlo, llenos de preocupación, volvieron a Jerusalén, donde lo encontraron discutiendo con los ancianos en el templo. Todo ello cuando tenía sólo 12 años. ¿Por qué extra fiarse de ello? La Palabra de Dios nunca calla, aunque no siempre se la escuche. Es hallado en el templo; su madre le dice: ¿Por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo, con dolor, te estábamos buscando. Y él responde: ¿No sabíais que conviene que me ocupe de las cosas de mi Padre? (Le 2,42-49) Sermón 51, 17
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