Mes de María, día 14




Santo Rosario


Por la señal... 


Señor mío Jesucristo…


Oración inicial: ¡Oh María!, durante el bello mes que te está consagrado todo resuena con tu nombre y alabanza. Tu santuario resplandece con nuevo brillo y nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras oraciones y votos.
Para honrarte hemos esparcido frescas flores a tus pies y adornado tu frente con guirnaldas y coronas. Mas, ¡oh María!, no te das por satisfecha con estos homenajes; hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan. Éstas son las que Tú esperas de tus hijos, porque el más hermoso adorno de una madre es la piedad de sus hijos, y la más bella corona que pueden depositar a sus pies es la de sus virtudes.
Sí, los lirios que tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones. Nos esforzaremos pues, durante el curso de este mes consagrado a tu gloria, ¡oh Virgen Santa!, en conservar nuestras almas puras y sin manchas, y en separar de nuestros pensamientos, deseos y miradas, aún la sombra misma del mal.
La rosa cuyo brillo agrada a tus ojos es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos. Nos amaremos pues, los unos a los otros como hijos de una misma familia cuya madre eres, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal.
En este mes bendito procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad, modesta flor que te es tan querida, y con tu auxilio llegaremos a ser puros humildes, caritativos, pacientes y resignados.
¡Oh María!, has producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables virtudes. Que ellas broten, florezcan y den al fin fruto de gracia, para poder ser algún día dignos hijos de la más santa y de la mejor de las madres.
Amén



MISTERIOS GLORIOSOS


  1. La resurrección del Señor
“El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron “¿Crees que puedes evadir lo que no pudo ningún ser humano?. ¿Qué santo pudo vivir en el mundo sin cruz y sufrimientos?. Ni Jesucristo nuestro Señor estuvo una sola hora, mientras vivió entre nosotros, sin verdaderos padecimientos: Convenía que Cristo padeciera y resucitase de la muerte para entrar de esa manera en su gloria (Lc 24,26). ¿Y de que manera tú buscas camino distinto de este gran camino de la santa cruz?.” (Tomás de Kempis)


2. La Ascensión del Señor

“Jesucristo dice: Hijo, es muy valiosa mi gracia y no admite mezcla con elementos extraños ni con satisfacciones puramente humanas. Te conviene, por lo tanto, apartar todos los impedimentos de la gracia, si esperas recibirla sobre ti. Huye a un lugar secreto, desea sólo habitar contigo mismo; no busques las conversaciones sino más bien dirige con devoción tus ruegos a Dios. Considera que nada vale el mundo entero y prefiere dedicarte a Dios y no a las cosas exteriores. Porque no podrás permanecer conmigo y disfrutar a la vez de lo transitorio. Conviene apartarse de conocidos y amigos y mantener la mente lejos de toda satisfacción natural. Por eso pide encarecidamente el santo apóstol Pedro que los seguidores de Cristo se comporten como extranjeros y peregrinos en este mundo.”  (Tomás de Kempis)


3. La venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles reunidos en torno a la Virgen María

“A muchos les sucede que aunque escuchan con frecuencia el evangelio no descubren su significado porque les falta el espíritu de Cristo. Es conveniente que procure adecuar toda su vida con Cristo quien quiere experimentar plenamente el sabor de sus palabras.” (Tomás de Kempis)


4. La Asunción de la Virgen en cuerpo y alma al cielo.

“¡Aquí está mi Dios y mi Todo!. ¿Qué más quiero y qué mayor felicidad puedo desear?. Frase excelente y agradable para quienes aman al Señor no al mundo ni a lo que hay en el mundo. ¡Dios mío Tú eres todo para mí!. A quien entiende le basta lo dicho y repetirlo muchas veces es un gusto para los que aman. Porque cuando Tú estás presente, todo es agradable cuando Tú estás ausente todo causa fastidio. Tú das tranquilidad al corazón, gran paz y alegre festejo. Tú haces sentir bien de todos y alabarte por todos; nada puede causar placer sin Ti.” (Tomás de Kempis)


5. La Coronación como Reina y Señora de todo lo creado. 

“Muchos preguntan cuál es el mayor en el Reino de los Cielos e ignoran si serán dignos de ser contados entre los menores. Gran cosa es ser en el Cielo siquiera el menor, donde todos son tan grandes, porque a todos se les llamará hijos de Dios y lo serán. El menor será grande entre mil (Is 60,22) y el pecador de cien años morirá (Is 65,20). Cuando los discípulos preguntaron: "¿quien es el mayor en el Reino de los Cielos?", oyeron esta respuesta: "Si no se hacen y se convierten como niños no entrarán en el Reino de los Cielos". Cualquiera que se humille como este niño será el mayor en el Reino de los Cielos (Mt 18,3-4).”



Oración final: ¡Oh María, Madre de Jesús nuestro Salvador y nuestra buena madre! Nosotros venimos a ofrecerte con estos obsequios que colocamos a tus pies, nuestros corazones deseosos de agradecerte y solicitar de tu bondad un nuevo ardor en tu santo servicio.
Dígnate presentarnos a tu Divino Hijo que, en vista de sus méritos y a nombre su Santa Madre, dirija nuestros pasos por el sendero de la virtud, que haga lucir con nuevo esplendor la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las tinieblas del error; que vuelvan hacia Él y cambien tantos corazones rebeldes, cuya penitencia regocijará en su corazón y el tuyo.
Que convierta a los enemigos de tu Iglesia, y que, en fin, encienda por todas partes el fuego de tu ardiente caridad; que nos colme de alegría en medio de las tribulaciones de esta vida y de esperanza para el porvenir. Amén




"Sub Tuum Praesidium" 

Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!.


“Sancte Michael Archangele”

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.





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