Misterios de Gozo




Meditaciones del Papa Francisco


Santo Rosario

Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Señor mio, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocaciones de ofenderos, confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta.
Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que los perdonareis, por los méritos de vuestra preciosísima sangre, pasión y muerte, y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar en vuestro santo amor y servicio, hasta el fin de mi vida. Amén.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio.  Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.

Divino Jesús, que quieres que pidamos al Señor de la mies que envíe a ella buenos operarios, dígnate suscitar en tu Iglesia y en particular en esta diócesis muchos y santos sacerdotes, que siéndolo en todo según tu Corazón, procuren celosamente por su sagrado ministerio la gloria de tu Padre Celestial y la salvación de las almas redimidas por tu Sangre preciosa. Amén.

María, Madre amorosísima de los hombres, danos sacerdotes, danos sacerdotes santos. Amén.


MISTERIOS GOZOSOS


1.- La encarnación del Hijo de Dios en las entrañas purísimas de la Virgen María.

La primogénita de todas las criaturas, la síntesis del orden del universo, la Madre de la Sabiduría, no fue capaz de imaginar cómo sería posible realizarse en Ella la Encarnación del Verbo. “...ninguna cosa es imposible para Dios” le dijo el ángel. De un lado, la humildad perfectísima de una Virgen, de otro, el poder absoluto de Dios. La omnipotencia se deja atraer por la humildad.   Por este Misterio, pidamos la intercesión de la Santísima Virgen para que sea infundida en nuestra alma el mismo don de humildad que Ella posee, y una entera confianza en la omnipotencia divina.



2.- La Visitación de Nuestra Señora a su prima santa Isabel.

Inmediatamente resonó allí la voz de la Madre del Verbo Encarnado, toda la familia del Bautista se vio llena de gracias y bendiciones celestiales, en una primera manifestación de la inagotable riqueza de beneficios y misericordias que Jesús traía al mundo.   Por este Misterio, pidamos la intercesión de la Santísima Virgen para obtener la gracia de estar siempre atentos a la voz de María en nuestro interior, y de una ardiente caridad para con nuestro prójimo.



3.- El nacimiento del Niño Dios en el portal de Belén

El cielo y la tierra celebran el nacimiento del Salvador. Y en la gruta de Belén, la Santísima Virgen tomó reverentemente al Niño Jesús y lo estrechó a su pecho. Imaginemos los sentimientos de devoción, de ternura y de amor que experimentó María al ver en sus brazos al Señor del mundo, el Hijo del Eterno Padre que se había dignado hacerse también Hijo de Ella, eligiéndola por Madre entre todas las mujeres.   Por este Misterio y por la intercesión de la Santísima Virgen pidamos la gracia de conservar siempre todas “las palabras” que nos sean dichas por el Espíritu Santo en nuestro interior, y meditarlas en nuestros corazones.



4.- La purificación de Nuestra Señora y presentación del Niño Jesús en el templo

Delante del Sumo Bien, no puede haber una posición de neutralidad: o la adhesión, o el rechazo. Si seguimos los caminos del Evangelio, se dará con nosotros lo mismo que le sucedió a Jesús. Por este Misterio y la intercesión de la Santísima Virgen, pidamos la gracia de cumplir la Ley con perfección, aceptando con amor y resignación las contradicciones que podamos causar en los otros, por nuestros dones o virtudes.



5.- El niño Jesús perdido y hallado en el templo

Tan pronto se dieron cuenta de su desaparición, María y José se pusieron inmediatamente a buscar a Jesús. Ejemplo excelso para nosotros: si por culpa o no llegásemos a perder a Jesús, busquémoslo con toda prontitud. Por este misterio y la intercesión de la Santísima Virgen, pidamos la gracia de jamás perder a Jesús; pero si esto se diere, pidamos la gracia de buscarlo con la misma diligencia que Ella y San José tuvieron.



Oración Consagración de Chile

Pronunciada en Maipú por San Juan Pablo II

 Te bendecimos, ¡oh Dios nuestro!, Padre, Hijo y Espíritu Santo, porque elegiste a María, desde antes de la creación del Mundo, para ser santa e inmaculada ante Ti por el amor. En previsión de los méritos de Cristo, la redimiste y constituiste Madre del mismo Redentor. Por virtud del Espíritu Santo hiciste de Ella para siempre templo de tu gloria, una nueva criatura, primicia de la nueva humanidad. ¡Bendito seas por siempre, Señor!
¡Bendita Tú entre las mujeres, Virgen María, y bendito el fruto de tu seno, Jesús! En Ti, la llena de gracia, se refleja la bondad de Dios y el destino de la criatura humana, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos enriqueció en su Hijo muy amado, que es nuestro Hermano e Hijo tuyo, Jesucristo.  Tú, la humilde sierva del Señor, eres el modelo de los discípulos de Cristo que consagran su vida a realizar la voluntad del Padre para la venida de su Reino.
¡Santa María, Madre de Cristo, Madre de Dios y Madre nuestra! Bajo tu amparo nos acogemos, a tu intercesión maternal nos confiamos. Como Tú te consagraste totalmente a Dios, nosotros, siguiendo tu ejemplo y en comunión contigo, nos consagramos a Cristo el Señor; nos consagramos también a Ti, nuestro modelo, porque queremos hacer en todo la voluntad del Padre, y ser como Tú fieles a las inspiraciones del Espíritu.
¡Virgen del Carmen de Maipú, Reina y Patrona del pueblo chileno!  A tu corazón de Madre encomiendo la Iglesia y todos los habitantes de Chile: los Pastores y los fieles, todos los hijos de esta nación. Que bajo tu protección maternal, Chile sea una familia unida en el hogar común, una patria reconciliada en el perdón y en el olvido de las injurias, en la paz y en el amor de Cristo. Tú que eres la Madre de la Vida verdadera, enséñanos a ser testigos del Dios vivo, del amor que es más fuerte que la muerte, del perdón que disculpa las ofensas, de la esperanza que mira hacia el futuro para construir, con la fuerza del Evangelio, la civilización del amor en una patria reconciliada y en paz.
¡Santa María de la Esperanza, Virgen del Carmen y Madre de Chile!  Extiende tu escapulario, como manto de protección, sobre las ciudades y los pueblos, sobre la cordillera y el mar, sobre hombres y mujeres, jóvenes y niños, ancianos y enfermos, huérfanos y afligidos, sobre los hijos fieles y sobre las ovejas descarriadas. Tú, que en cada hogar chileno tienes un altar familiar, que en cada corazón chileno tienes un altar vivo, acoge la plegaria de tu pueblo, que ahora, con el Papa, de nuevo se consagra a Ti. Estrella de los mares y Faro de luz, consuelo seguro para el pueblo peregrino, guía los pasos de Chile en su peregrinar terreno, para que recorra siempre senderos de paz y de concordia, caminos de Evangelio, de progreso, de justicia y libertad. Reconcilia a los hermanos en un abrazo fraterno; que desaparezcan los odios y los rencores, que se superen las divisiones y las barreras, que se unan las rupturas y sanen las heridas. Haz que Cristo sea nuestra Paz, que su perdón renueve los corazones, que su Palabra sea esperanza y fermento en la sociedad.
¡Madre de la Iglesia y de todos los hombres!  Inspira y conserva la fidelidad a Cristo en la nación chilena y en el continente latinoamericano. Mantén viva la unidad de la Iglesia bajo la cruz de tu Hijo. Haz que los hombres de todos los pueblos, reconozcan su mismo origen y su idéntico destino, se respeten y amen como hijos del mismo Padre, en Cristo Jesús, nuestro único Salvador, en el Espíritu Santo que renueva la faz de la tierra, para gloria y alabanza de la Santísima Trinidad. Amén.




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